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Vecinos Informados

En el “hospital” del Niño Dios en Tlalnepantla

30 de enero de 2024
En el “hospital” del Niño Dios en Tlalnepantla

Tlalnepantla, Méx.- Doña Andrea es vecina del poblado de San Martín de Porres en Atizapán de Zaragoza y la noche del 24 de diciembre, mientras uno de sus hijos arrullaban al Niño Dios accidentalmente se le cayó al suelo y se rompió en múltiples pedazos, hoy ha quedado completamente reconstruido en el mercado Filiberto Gómez de Tlalnepantla, donde en cada temporada se habilitan comercios para retoques, reposición de piezas, repintado general, vestimenta y colocación de ropones para la presentación en El Día de la Candelaria.

Como doña Andrea, cientos de “padrinos” de los Niños Dios de municipios como Atizapán, Nicolás Romero, Cuautitlán Izcalli e incluso de Naucalpan, acuden al mercado Filiberto Gómez en el centro de Tlalnepantla, a “darle una manita de gato” a su ahijado.

rente al local 27 del mercado municipal, Cesar Camacho, con mucho cuidado y profesionalismo realiza las labores de reconstrucción, repintado y retocado, como al niño de doña Andrea, al cual incluso le faltaron algunos fragmentos, y sin problema se los repuso para dejarlo como nuevo, “es como armar un rompecabezas, aunque aquí tuvimos que ingeniárnosla para tapar los huecos que resultaron”.

Foto: Carlos Medellín

Para ese trabajo no cualquier persona lo hace, se debe tener técnica e ingenio para reconstruir las piezas faltantes, como dedos, manos, pies y hasta cabeza, se debe conocer los colores y saber cómo combinarlos para igualarlos al del Niño Dios que llevan para reparación o retoque, explicó Cesar.

Explica que cada trabajo que le llevan es un reto, ya que le han llevado niños dios de madera estofada, como se elaboraban entre 1920 a 1950, y algunos otros de porcelana, que son muy escasos, dijo el restaurador.

Foto: Carlos Medellín

Teniendo como ayudante a su esposa Julia, don Cesar dice que al día realiza hasta 50 o 60 trabajos, algunos de ellos retoque, repintado general o sólo algunos detalles, dice señalando a un niño de yeso de 12 centímetros, “como a este que sólo se le repuso un dedito, pero aún la mano completa se tienen que pintar del mismo color”.

A unos metros de allí en el local 40 del mismo mercado se puede comprar los ropones y demás indumentaria para los Niños Dios, ropa cuyos precios van desde los 150 a los 600 pesos, en tamaños desde los 6 a 60 centímetros, que son los bebés de yeso más grandes.

En el local atiende don Rodolfo, quien dice que en ese lugar se vende ropa del Niño de las Palomitas, del Niño del Cacahuatito, del Niño Doctor, o ropa de santos como San Judas Tadeo, Rey de la Misericordia; del Niño Pastor, Niño Estudiante, Niño Pescador, Rey de reyes, Niño de Belem, Divino Maestro, Juan Diego, Niñito de Praga, el Niño de los 7 Dones, el Niño de la salud, Sagrado corazón, Niño de atocha, Rey de la paz, y otros.

Foto: Carlos Medellín

Las costumbres

Aún en familias tradicionales del Valle de México se acostumbra la costumbre es que se elige una pareja de otra familia, para ofrecerles que la noche del 24 de diciembre arrullen al Niño Dios.

La pareja que lo arrulla, la noche del 24 de diciembre obsequia aguinaldos (bolsitas con dulces o frutas de la temporada) a todos los asistentes, mientras que los anfitriones ofrecen la cena navideña.

Foto: Carlos Medellín

Los “padrinos”, según la Diócesis de Tlalnepantla, se llevan al niño a sus casas y luego lo llevan a retocar, reparar y vestir, para que el 2 de febrero sea bendecido, luego en fechas acordadas lo entregan a los dueños del niño dios en un convivio de agradecimiento.

De acuerdo con la iglesia católica cada 2 de febrero celebran la fiesta de la Presentación del Señor Jesús en el Templo, en recordatorio del encuentro de la Sagrada Familia, Jesús, María y José, con dos fieles ancianos: Simeón y Ana. El sencillo acontecimiento encierra un profundo simbolismo cristiano: es el abrazo del Señor con su pueblo.

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