
Luis Gerardo Méndez revive su icónico personaje de “La Familia Peluche” a una década de su participación
Ciudad de México – Aunque Luis Gerardo Méndez es reconocido por papeles protagónicos en producciones como Club de Cuervos y Mirreyes vs Godínez, hay un personaje secundario que, inesperadamente, sigue presente en la memoria del público: Manuelangas, su breve pero inolvidable rol en La Familia Peluche.
Durante una reciente entrevista con Jessie Cervantes, el actor confesó que, incluso después de diez años, los fanáticos aún lo reconocen en la calle y le gritan el nombre de su personaje. “Fue muy bonita [la experiencia]… Hice un episodio, era novio de ‘Bibi’ (Regina Blandón). Se llamaba Manuelangas, salgo en un episodio y me fracturan la pierna jugando fútbol. Y ya”, relató con una mezcla de nostalgia y comicidad.
Un cameo que trascendió
En el capítulo en cuestión, emitido en 2013, Méndez interpretó a Manuelangas, el efímero novio de Bibi Peluche, cuyo romance terminó abruptamente tras fracturarse la pierna en un partido de fútbol contra Ludovico Peluche (Eugenio Derbez). A pesar de su corta aparición, el personaje se quedó grabado en la cultura pop mexicana.
“Ahora hay gente que me grita ‘¡Manuelangas!’ en la calle”, admitió el actor entre risas, aunque con un dejo de incomodidad. La anécdota refleja el impacto duradero de la serie, que sigue siendo un referente de la comedia familiar en México.
De Manuelangas a estrellato internacional
Aunque este papel dista mucho de sus trabajos posteriores —como el ambicioso Tomás Sánchez en Club de Cuervos o sus participaciones en Hollywood—, Méndez no reniega de su pasado. Al contrario, recordó con cariño su colaboración con Derbez: “Eugenio y yo somos muy buenos amigos. Un día me invitó y dije: ‘Claro, vamos'”.
Reflexión final:
El fenómeno de Manuelangas plantea una paradoja del entretenimiento: ¿por qué algunos personajes secundarios, incluso efímeros, calan más hondo que roles protagónicos? En una industria obsesionada con el reinventarse, ¿es justo que los actores carguen para siempre con papeles que, aunque queridos, no reflejan su trayectoria actual? O, en el fondo, ¿es ese vínculo emocional con el público el verdadero sello de un artista memorable?