La investigación de Peta exhibe imágenes y videos que documentan abusos sexuales y físicos a pavos en plantas de Butterball, el mayor productor de pavos congelados en Estados Unidos.
Un miembro de PETA se infiltró en una de las instalaciones de la compañía y capturó escenas donde trabajadores introducían sus dedos en las “partes íntimas” de los pavos, lo que constituye abuso sexual hacia las aves.
Otro video, muestra a los trabajadores golpeando a los pavos contra las jaulas de metal, pisando sus cabezas e incluso introduciendo los dedos en los cuerpos de los animales vivos.
Esta no es la primera vez que Butterball enfrenta acusaciones de este tipo. En 2017, PETA ya había denunciado incidentes similares en una planta de Arkansas.
Las imágenes y testimonios han sido difundidos ampliamente en redes sociales, especialmente en el marco de Día de Acción de Gracias, cuando el consumo de pavos alcanza su punto máximo.
Ante estas acusaciones, Butterball ha respondido afirmando que los videos son antiguos y no reflejan sus prácticas actuales.
La empresa también destacó que es el único productor de pavos certificado por American Humane y que realiza inspecciones periódicas para asegurar el bienestar animal.
Los actos documentados en Butterball plantean serias preguntas sobre la ética en la producción industrial de carne y el cumplimiento de las normativas de bienestar animal.
Tras viralizarse el video que muestra los abusos y torturas a los animales miles de usuarios denunciaron la empresa por permitirlo, así como por no tener un control de salubridad adecuado.
Organizaciones como PETA buscan que estas denuncias no solo sensibilicen al público, sino que también impulsen acciones legales y regulaciones más estrictas.
La industria avícola, y en particular empresas como Butterball, están bajo mayor escrutinio debido a estas revelaciones. Las campañas de PETA apuntan a fomentar el consumo consciente y promover alternativas alimenticias que no involucren crueldad animal.