
Un albañil de 39 años murió este miércoles en San Andrés Totoltepec, Tlalpan, tras recibir una descarga eléctrica de más de 23 mil voltios mientras trabajaba en la ampliación de un gimnasio. La corriente lo lanzó a la calle desde una altura de seis metros. A pesar del intento de los paramédicos por reanimarlo, falleció. Su cuerpo quedó tendido por casi dos horas en medio del silencio que dejó la falla eléctrica.
Tragedia en San Andrés Totoltepec: albañil fallece tras una descarga eléctrica de 23 mil voltios
La cotidianidad de una tarde común en el Pueblo de San Andrés Totoltepec , en la alcaldía Tlalpan , fue interrumpida este miércoles por un fuerte estruendo seguido de un apagón repentino. Lo que parecía un simple corte de energía resultó ser el trágico final de Juan , un albañil de 39 años que perdió la vida tras recibir una descarga eléctrica de más de 23 mil voltios .
El incidente tuvo lugar en la esquina de Reforma y 16 de Septiembre , número 30, durante labores de ampliación de un gimnasio , donde Juan realizaba trabajos de albañilería en el tercer nivel del inmueble.
¿Cómo ocurrió la descarga?
Según relatos de testigos y reportes preliminares, el hombre tocó accidentalmente un cable de alta tensión mientras colocaba lonas en el techo del edificio en construcción. Esto provocó un arco voltaico , es decir, una descarga eléctrica intensa generada por el paso de la corriente a través del aire entre dos conductores.
La descarga fue tan potente que lo lanzó al suelo desde una altura aproximada de seis metros . El impacto, combinado con el efecto del choque eléctrico, fue suficiente para causarle la muerte de forma inmediata.
Testimonios de quienes presenciaron el hecho
“Yo escuché el costalazo y se apagó mi tele, me asomé y lo vi ya a media calle, estaba poniendo las lonas, pero hizo arco con los cables y cayó, yo creo que unos seis metros; ¡ya no la contó!”, explicó un comerciante local a uno de sus clientes momentos después del incidente.
Los gritos de sorpresa y confusión llenaron el espacio. Mientras algunos corrían hacia el lugar, otros alertaban sobre el peligro de los cables caídos. El hombre permaneció tendido en medio de la calle por casi dos horas, hasta que llegaron los peritos y el equipo forense.
Intervención de autoridades y servicios de emergencia
De inmediato se solicitó la presencia de Protección Civil y paramédicos , quienes intentaron sin éxito reanimar al hombre. También acudieron elementos de la Policía Municipal para resguardar el área y coordinar el acceso a la escena.
Mientras se desarrollaban las labores periciales, la zona quedó envuelta en un clima de consternación. La falta de electricidad contribuyó a un ambiente de silencio sepulcral, roto solo por los murmullos de curiosos, alumnos que salían de una escuela cercana y familiares del fallecido.
“¡Deténganse, no hay paso; quédense donde están o den la vuelta, por ahora no hay paso!”, advertía una mujer de Protección Civil, intentando contener el flujo de personas.
Llegada de la familia: desesperación y dolor
Minutos más tarde, llegaron al lugar varios familiares de Juan, entre ellos sus hermanos, quienes apenas podían creer lo ocurrido.
“¡Hermanito de mi alma, párate, no se lo lleven!”, suplicaban entre lágrimas, mientras observaban cómo los peritos concluían su trabajo y preparaban el levantamiento del cuerpo.
Contexto del accidente: riesgos en la construcción
Este tipo de incidentes refleja la gravedad de los riesgos laborales en la industria de la construcción , especialmente cuando no se respetan protocolos de seguridad básicos como el uso de equipos aislantes, distancias mínimas de seguridad frente a líneas eléctricas o capacitación adecuada.
En la Ciudad de México, cada año se registran decenas de accidentes similares, muchos de ellos mortales. Y aunque existen normativas claras, su cumplimiento no siempre es estricto, especialmente en obras pequeñas o informales.
Conclusión: una tragedia prevenible
La muerte de Juan no solo deja un duelo profundo en su entorno familiar y laboral, sino también una pregunta urgente: ¿qué medidas de seguridad se estaban aplicando en esa obra? ¿Se advirtió del riesgo de los cables eléctricos? ¿Hubo supervisión responsable?
Aunque el caso no tiene indicios de negligencia penal directa, sí plantea la necesidad de reforzar la capacitación, vigilancia y cultura de seguridad en todos los niveles de la construcción civil.
Por ahora, su cuerpo fue trasladado al anfiteatro correspondiente, donde se practicará la necropsia de rigor. Mientras tanto, el pueblo de San Andrés Totoltepec guarda el eco de un grito desgarrador: “¡hermanito de mi alma, párate…!”
